Diversos funcionales y Gobierno siguen enfrentados

Vigilia en las cercanías de la plaza Murillo, después de 100 días de marcha.

Tras 100 días de marcha, la caravana de silla de ruedas “de la Integración” (que había partió de Trinidad, Beni, el 15 de noviembre de 2011) llegó ayer a La Paz para reivindicar una ley de trato preferente a favor de este grupo, que  garantice un bono anual de Bs 3.000, entre otras demandas. A pesar de que, según el Gobierno el 5 de febrero, se firmó un acuerdo que establecía el pago de una renta de Bs 1.000 (Bs 2,74 al día) y que posteriormente fue rechazada por los líderes de las personas movilizadas.

Después de intentar entrar a la plaza de Murillo y ser bloqueados por casi medio millar de policías, “diez compañeros nos hemos declarado en huelga de hambre y todos estamos en permanente vigilia porque no se modificaron las observaciones que hicimos al proyecto de ley”, informó Mario Torrico al diario La Razón, dirigente de la caravana de silla de ruedas de las personas con discapacidad física.

Durante el intento de llegar al parlamento, donde se presentaba la nueva ley a la que este grupo se opone, numerosas personas agredieron a la policía que tras retroceder una cuadra, respondieron con gases lacrimógenos y choques eléctricos. El resultado: cuatro personas con diversidad funcional se desmayaron. Además cuatro personas fueron detenidas (dos de ellas estudiantes, según la policía), 10 personas con diversidad funcional resultaron heridas, al igual que otros diez policía.Esta movilización rechaza el proyecto que puede ser aprobado el miércoles en el Senado, ya que no garantiza la sostenibilidad de un bono de Bs 3.000, tampoco la inserción laboral del 6% e incluye a las personas invidentes que ya reciben un bono, señalaba ayer Mario Torrico, dirigente de la marcha. “No es lo que pretendemos, por eso la huelga y la vigilia”, acotó a La Razón. Por la noche, decenas de personas se encontaban en las inmediaciones del Museo Nacional de Etnografia y Folklore (MUSEF)

De nuevo, el Gobierno de Morales se ve desgastado por una movilización social, en la que denuncian infiltrados violentos y acusan a sus integrantes de no conocer los acuerdos que ya habían firmado. Y, de nuevo, una nueva ocasión más para que la derecha boliviana e internacional aproveche para denunciar el ‘populismo’ del MAS.

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